Epecuén, un pueblo fantasma que emergió de las
aguas
Tras una devastadora inundación en 1985, quedó convertido en un escenario
de película apocalíptico. Las aguas retroceden y dejan al descubierto el pueblo
de aspecto fantasmagórico que ya atraer turistas y
curiosos. Fotos impactantes.
Un extraño pueblo fantasma que permaneció un cuarto de siglo bajo el agua
ha reaparecido nuevamente al sudoeste de Buenos Aires. [ Ver fotogalería
]
Región: Argentina,
Provincia
de Buenos Aires
Fotos: AP,
AFP
En 1985, sus 1.500 habitantes tuvieron que tomar algunas pocas pertenencias
e irse de Epecuén. Esperaban que la inundación, tras una colosal
tormenta, bajara, pero no lo hizo. Las aguas se adueñaron del lugar y así
permaneció, sumergido, como una verdadera “Atlántida” en medio de la Pampa
Húmeda. Pero ahora sus ruinas empiezan a asomar por entre los pantanos y
este pueblo fantasma de la provincia de Buenos Aires ve la luz del sol
por primera vez en mucho tiempo.
La localidad fue un popular destino turístico de la provincia por estar
ubicado junto a un lago, a 550 kilómetros de la Capital Federal. Durante
mucho tiempo, los mismos trenes que exportaban cereales a todo el mundo
transportaban visitantes desde Buenos Aires a sus balnearios de agua salada de
este poblado, donde 1.500 residentes atendían a 20.000 turistas cada
temporada.
Su mayor atractivo era el lago, porque tiene 10 veces más sal que el
océano, lo que que permiten que los cuerpos floten de manera inusual, como
sucede en el Mar Muerto de Israel. Sus mayores fanáticos era, lógicamente,
judíos.
Una gran tormenta, seguida por varios inviernos
especialmente lluviosos,
hizo que el lago se desbordara en noviembre de 1985. El agua superó el muro de
contención e inundó las calles del pueblo. Las personas huyeron con las pocas
pertenencias que pudieron salvar, y en pocos días sus casas quedaron sumergidas
bajo casi 10 metros de agua salada.
Ahora el agua se retira, dejando al descubierto un escenario que parece
tomado de una película sobre el fin del mundo. Aunque el pueblo de Epecuén
ya no existe como existía antes, son muchos los aventureros que se acercan a
ver esta nueva “atracción turística” en el corazón de la provincia. Las
autoridades turísticas propusieron que se declarara sitio histórico a los restos
de Epecuén, para que quede en su actual estado y pueda ser visitado por
quienes quieran recordar o conocer cómo era la vida ahí.
Javier Andrés, secretario de Turismo del municipio
de Adolfo Alsina, al que
pertenece Epecuén, explicó a la agencia Télam que la villa “estuvo veinte
años cubierta por las aguas saladas del lago, pero desde hace diez las sequías
facilitaron el retroceso del agua y hace tres el casco de la ciudad apareció
transitable“.
El paisaje es extraño y desolador. La gente viaja a ver un cementerio, donde
muchas de sus tumbas quedaron expuestas, los restos oxidados de automóviles y
muebles, casas derruidas y electrodomésticos semisumergidos en lo que hasta
ahora fueron pantanos. ”Recorrer hoy las calles de Villa Epecuén es
transitar por un escenario de devastación total pero que dejó atractivos
para el turismo por su singularidad. Por eso estamos tratando de abordar la
gestión de las ruinas con el mayor respeto posible“, dijo Andrés.
Muchos residentes de Epecuén huyeron al vecino pueblo de Carhue, también
ubicado junto al lago, y construyeron nuevos hoteles y saunas para el
tratamiento de la piel con barro y agua salada. ”Con mucho potencial en lo
que es destino turístico, ya que no sólo tenemos a Epecuén con las ruinas y con
su naturaleza, sino que también ofrecemos otra alternativas“, dijo Javier
Andrés, a la agencia AP.
“Hoy en Carhué hay ochocientas plazas para el turismo, porque se ha
invertido mucho en el turismo termal, que está siendo impulsado por las mismas
aguas que arrasaron Epecuén“, destacó el funcionario. “Además,
en el Lago Epecuén está la población de flamencos más grande de Sudamérica, por
lo que estamos trabajando para que la zona se declare reserva natural protegida“.
Tomado de Perfil de ar
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