viernes, 18 de junio de 2010

BOTNIA la hora del monitoreo

La hora del monitoreo
Enrique Martínez
Para LA NACION
El presidente del Instituto de Tecnología Industrial (INTI) escribió la siguiente columna sobre los controles ambientales en la planta de Botnia, por un pedido de LA NACION.
La dinámica política de la controversia alrededor de la instalación de una pastera en territorio uruguayo, en las márgenes del río Uruguay, ha llevado finalmente a que quede configurado un escenario con el que se necesitaba contar hace tiempo: el monitoreo binacional de los efectos ambientales de esa planta. Bienvenido, por tardío que sea.
En principio, y como hecho auspicioso, se plantea la posibilidad de un monitoreo a lo largo de todo el río Uruguay, que si incluyera su tránsito por Brasil, podría demandar una participación trinacional. También bienvenido.
¿De qué se tratará? De medir a lo largo del tiempo la concentración de una serie de posibles contaminantes en el agua del río, en sus sedimentos y en el aire. Esa concentración deberá estar referenciada a niveles de esos parámetros que puedan ser considerados dañinos para la vida humana, animal o vegetal, incorporados a nuestras legislaciones nacionales o incorporables a partir de ahora. Aquí aparece un primer problema para resolver de urgencia, porque no todo lo que se debe medir está estatuido en nuestras normas.
El INTI, para referenciar los datos que viene tomando desde agosto de 2008, ha debido en varios casos remitirse a legislación europea o canadiense. Harán falta acuerdos sólidos y rápidos al interior de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) al respecto.
El segundo problema es que resulta necesario tomar muestras con periodicidad mensual o bimestral, a lo largo de todo un año, por la variación de caudal del río, que actúa como diluyente. Sólo después de tal ciclo se pueden sacar conclusiones serias sobre posible acumulación de contaminantes o sobre períodos críticos del año a tener en cuenta.Por otra parte, hay un problema particular con las emisiones gaseosas. Tanto en el caso de la pastera UPM (ex Botnia) como en cualquier otra industria que emita potenciales contaminantes gaseosos, es importante tener mediciones continuas en las chimeneas, como dato más importante que medir en muestras de aire de una ciudad o una playa cercanas. Eso es así, porque la emisión gaseosa puede tener fuerte variación en la concentración de gases dañinos o molestos, cuando la planta modifica sus condiciones de proceso, en especial cuando se la pone en marcha luego de una detención y en función de los vientos dominantes.
En tal caso, un monitoreo no sólo debería medir el eventual problema en "destino" -la playa- sino también en "origen" -la planta-, para poder establecer las medidas que impidan la molestia en destino, sea a través del tratamiento de las emisiones o por derivación de ellas en otra dirección. Este es el principal flanco que hace necesario trabajar en la planta o las plantas si se quiere hacer un monitoreo eficaz.
Finalmente, hay un concepto básico para que el monitoreo sea exitoso: la credibilidad de los actores. Si se arman comisiones de trabajo con participación de técnicos de los dos -o los tres- gobiernos, que difundan los métodos que aplicarán; los equipos que utilizarán; los rangos de incertidumbre de lo que medirán; seguidos de conclusiones entendibles por cualquier persona de curiosidad media sobre el tema, todo bien.
Si se llena a esas comisiones de presiones que involucren la soberanía; la desconfianza ciudadana sobre las instituciones de su propio país o del vecino; los prejuicios que busquen hacer los ensayos sólo para validar resultados imaginados a priori, todo mal.
Se ha llegado al escenario adecuado. Hay que poner encima los actores pertinentes. Y darles el crédito imprescindible.
El autor es presidente del INTI.
Diario LA NACION - Buenos Aires - ARGENTINA - 18 junio 2010
Si CARU tuviera su propio laboratorio se hubiese ahorrado todo tipo de lucha 

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