lunes, 22 de agosto de 2011

PILCOMAYO, UN RIO SIN PECES

Los weenhayekes jubilan sus botes por falta de peces en el río
 DANIEL ANDRÉS RODRÍGUEZ/TARIJA
 Aun no se inició la veda pesquera, pero  las familias weenhayekes optaron por “jubilar” sus botes de pescas. Esto ante la falta de sábalos en el río Pilcomayo, situación que no sólo afectó su economía, sino su subsistencia originaria.
EL NACIONAL visitó la comunidad Weenhayek de Caipirendita, ubicada a 20 kilómetros de la ciudad de Villamontes, en la provincia Gran Chaco. Se comprobó la extrema pobreza en la que viven las familias que habitan a orillas del río Pilcomayo.
Las balsas pesqueras y las redes están botadas en los patios de las precarias casas que se construyen con madera y, otras, con ladrillo. Ya no se observa el panorama de años anteriores, cuando los pescadores invadían las orillas del Pilcomayo para sacar sus redes rebalsadas de sábalos. Hoy el río se ve desolado y poco caudaloso.
Las familias se quejan porque la ayuda comprometida por el Gobierno Nacional no es suficiente y ahora deben buscar otras alternativas para conseguir recursos económicos. Calificaron al 2011 como “un año perdida” en lo que se refiere a la pesca.
Esta zona fue declarada en emergencia debido a que el río Pilcomayo no produce la cantidad de pescado como en otros años, por los problemas originados por la sedimentación y por una obra que se ejecuta en la zona de El Pantalón, en la república Argentina y que desvía las aguas del río. Son cinco mil las personas afectadas por el desastre.
Si bien la ayuda llegó el viernes 19 de agosto, ésta no alcanzó a llegar a todos, ya que el pueblo Weenhayek se divide en tres secciones, dos en el municipio de Villamontes y una en Yacuiba. Los alimentos sólo llegaron hasta Villamontes. Esta situación hace que los dirigentes pretendan iniciar contra las autoridades una nueva medida de presión en esta semana. No descartan iniciar un bloqueo de caminos y la toma de oficinas municipales.
El segundo capitán grande del pueblo Weenhayek, Jacinto Ugarte Padilla, explicó que las tres secciones viven en la miseria y pobreza debido al problema del desvío río Pilcomayo. Por esta razón coordinarán acciones contra el municipio, ante la falta de atención a sus demandas.
Comentó que en tiempos de pesca, de abril a junio, se sacaba 300 pescados por persona, y ahora obtienen tan sólo para comer, lo que significa entre 3 a 4 pescados al día por persona.
“A veces hay pescadores que no sacan nada. Somos un pueblo postergado. Hay un problema particular con la sección de Yacuiba porque no llegó la alimentación allí. No hay voluntad y las cosas están mal. Nosotros no hemos recibido ningún tipo de víveres. Al no haber pesca ni trabajo, deja gran sorpresa en todos, y la preocupación es que las familias tienen hambre”, indicó.
El presidente del Sindicato de Pescadores del Pilcomayo, José López, aseguró que en la actualidad están “fregados” porque hace cinco años se podía sacar, por concesión, 3.000 peces al día. Hoy, por día se pesca 150 pescados por concesión.
“Hay una reducción tremenda. Tenemos muchos problemas desde principios de año porque los sábalos no llegan hasta la zona. Si bien llegaron los alimentos, como aceite, harina, arroz, fideo, pollos  y carne enlatada. Sin embargo, hay un reclamo del sector de Yacuiba”, comentó.
Según López, hay motivos para que las familias estén preocupadas ante la falta de pescado y dijo que por ello continuarán en su lucha, ya que se trata de un asunto de vida para el pueblo Weenhayek.
 “Lo que pedimos es que las autoridades cumplan su compromiso para conseguir máquinas para mantener el dragado del río. Este año se acabaron las esperanzas, se esperará a que el próximo año haya mejores condiciones”, concluyó.
Artesanía y venta de productos son alternativas
DANIEL ANDRÉS RODRÍGUEZ/TARIJA
Ante la falta de pescado y de recursos económicos en las familias del pueblo Weenhayek, las mujeres, en especial, buscan alternativas para contrarrestar la pobreza: la primera está relacionada con la venta de las artesanías que elaboran, y la segunda con la comercialización de aquello que viene como regalo, como motocicletas y alimentos enlatados.
Una artesana, quien no quiso dar su nombre por temor a represalias, comentó que ante la situación crítica de las familias, hay división entre los mismos dirigentes cuando se trata de buscar nuevos ingresos económicos.
Las mujeres tienen un espacio para vender sus artesanías en la localidad de Villamontes. Algunos varones se ven obligados a vender las motocicletas o productos alimenticios que les regalan las instituciones.
El costo de las artesanías varía según cómo fueron elaboradas. En el caso de adornos hechos con palo santo, están entre 30 a 50 bolivianos. Las lámparas colgantes que se instalan en las puertas de las casas tienen un precio que va de 20 a 80 bolivianos. Asimismo, las carteras y bolsos elaborados con tejidos propios de la zona están entre 20 a 60 bolivianos.
·  5 mil weenhayekes se han visto perjudicados en esta temporada por la escasez de peces.
·  Cada concesión pesquera sacaba antes 3 mil pescados por día, hoy apenas llegan a las 150 unidades
TOMADO DE EL Nacional de Bolivia

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