martes, 26 de marzo de 2013

PELIGRO DE DERRUMBES POR INUNDACIONES EN GUAYAQUIL


En la urbe viven con el temor de que cerro derrumbe sus casas
La falta de drenaje agrava los efectos de las lluvias en Mapasingue, Urdenor, Bellavista y La Florida.
Con cada lluvia combinada con marea alta, los guayaquileños saben que las calles se vuelven canales, los coches balsas y las casas islas. Pero los moradores de los cerros y de las ciudadelas de las partes bajas ni dentro de sus casas se sienten a salvo. Y viven con el temor de que un nuevo aguacero rompa los muros. "La informalidad es la causa de algunos problemas. En muchos de los asentamientos no se respetaron los cauces naturales de desagüe, construyeron sobre ellos y ahora el agua busca sus propias salidas", explica el presidente del Colegio de Ingenieros Civiles del Guayas, José María Fuentes.
Las llamadas invasiones, construidas sin permisos municipales ni servicios, se hicieron sin estudios previos. Lentamente el Municipio va prestando servicio a estas áreas de la ciudad, pero mientras tanto los vecinos de los cerros y de las partes bajas pagan las consecuencias de vivir sin sistema de dragado.
"Los asentamientos sobrepasan las metas que uno se pone. Hay que atender lo informal, ¿pero en cuánto tiempo?", cuestiona el director de Obras Públicas municipales, Jorge Berrezueta. "En algunos sectores la obra implicaría el derribo de hasta 5.000 viviendas. Reubicar puede ser más barato que prestar los servicios en ocasiones".
Optimizar el dinero es la prioridad del Municipio, según explica Berrezueta. No todos los asentamientos informales son iguales. "Algunos guardan un cierto sentido del urbanismo, otros se saltaron completamente los cauces de drenaje y la obra es muy costosa".
Cuando edificó su casa en la ladera de Mapasingue, Lázaro Quintana , confió en que el que guió la invasión y distribuyó las calles sabía lo que hacía: "Los llamaban los presidentes, nos decían dónde edificar y se quedaban con los billetes". Este manabita hace más de 30 años que construyó su casa en una ladera del cerro. Entonces todo era ceibos, hoy, vive en una calle de basura, piedras y polvo.
La lluvia ha creado auténticos barrancos en estos terrenos que fueron habitados a la fuerza. Con cada aguacero las calles se vuelven auténticos ríos cargados de piedras, latas, ropa y hierros. Una basura que desemboca en la avenida de Las Aguas, a orillas de Urdenor.
El sistema de aguas lluvias de la ciudadela no puede hacer frente a los desperdicios que bajan del cerro. "Tantos impuestos que pagamos y tenemos que aguantar que nos caiga basura, perros muertos y qué se yo cuántas cosas más", se lamenta Alejandrina Araujo, propietaria de una vivienda en Urdenor II.
Junto a su casa, a la altura de la mueblería El Bosque, la avenida de Las Aguas esconde un socavón que deja en el aire parte del pavimento. Una rudimentaria estructura metálica con puntales de caña es el muro de contención que han hecho los vecinos, para evitar que se venga abajo. "En el momento en que eso caiga, la losa, el pavimento y hasta algún vehículo va a las viviendas de los moradores", afirma Mauricio Rodríguez, ingeniero del consorcio de alcantarillado El Cóndor, contratado por Interagua para la instalación de servicio de aguas servidas en el cerro.
"Estamos esperando los resultados de un estudio para realizar la instalación del sistema de aguas lluvias, previsto para el 2014", justifica Stalin Poveda, de la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil (EMAPAG). Pero los residentes de Urdenor temen que 2014 quede demasiado lejos.
A los moradores de la manzana 21 de la ciudadela Bellavista les asalta la misma preocupación. La deforestación del cerro, la remoción del suelo y los trabajos de relleno por parte de la Universidad Católica han provocado tres deslaves en un mes, rompiendo paredes y llenando de incertidumbre a los habitantes.
El Municipio suspendió los trabajos. Un grupo de vecinos firmó el fin de semana un acta para que la Universidad termine las obras de emergencia. "Las dos instituciones son corresponsables, el Municipio por no hacer cumplir los reglamentos y la Universidad por haber actuado sin tener permiso y en forma antitécnica", afirma Néstor Zamora, propietario de una de las viviendas afectadas.
Como canales en las laderas los trabajadores han colocado lonas y sobre ellas grandes piedras para evitar que el cerro se siga erosionando y disminuir la velocidad de la corriente. Esos canales deben ser ampliados para disminuir el riesgo de los habitantes entre un 60 y 70%, según Zamora, que asegura que los habitantes no descartan acciones legales. "La Católica quiere hacer las obras para proteger nuestras vidas y patrimonio, pero necesita que el Municipio le levante la suspensión".
Zonas en riesgo. El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) advirtió sobre el peligro latente en cerros aledaños al plan Socio Vivienda. "El problema no solo es de Nueva Prosperina o La Florida, ni tampoco solo de los asentamientos informales, tenemos Bellavista, Los Ceibos, la Martha de Roldós, Mapasingue o la cooperativa San Eduardo", critica el ministro Pedro Jaramillo, que con la Senagua planea recuperar los cauces naturales en los cerros del suroeste .
En Colinas de La Florida son visibles los desplazamientos de tierra. Las construcciones se han establecido en el camino de las "escorrentías". Carlos Baque, de 31 años, vive con sus hijos Carlos Joshué (8) y Jeniffer (6) en una casa de caña de la manzana 896. La corriente ha formado una brecha de dos metros de ancho por tres de profundidad en la esquina de su vivienda, dejando a la vista la tubería de agua potable, en un sector en el que falta alcantarillado. "Un aguacero fuerte puede tumbar los pilares. El agua desemboca aquí y se forma una laguna. Vivimos en peligro".
El cauce baja entre las manzanas con casas de caña y cemento, atraviesa calles dejando grandes brechas a su paso. Con los aguaceros los vecinos tuvieron que tumbar los muros traseros de una escuela para liberar el agua represada en los patios de sus casas.
Otros moradores se han acostumbrado a la situación y dicen vivir sin temor. "En el verano vino Interagua, estaban haciendo un estudio y nos dijeron que no construyamos", indica Verónica Chiquito, de 35 años, que vive frente a un cráter que ha dejado en la calle el mismo arroyo. "Han prometido un ducto cajón, pero no se sabe para cuando".
Un portavoz de Interagua pone fecha: está dentro de los planes hasta finales del año 2014. Sin embargo, en áreas de peligro "estará supeditada a decisiones que en un futuro tomen las autoridades municipales y nacionales con respecto a la viabilidad de estos asentamientos".
Eva Cavero - caveroe@granasa.com.ec - Alexander García - garciaa@granasa.com.ec - Guayaquil
TOMADO DE EL EXPRESO DE ECUADOR 

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