lunes, 28 de abril de 2014

CONFRONTACIONES POR EL AGUA


Agua: confrontaciones en todo el mundo
Los grandes ríos del planeta, en general, son compartidos por más de dos países y otros grandes cauces en el interior de una misma nación dividen estados. En ambos casos, la utilización del recurso genera conflictos.
Por Hugo Eberle - Especialista en temas ambientales
El agua en el mundo no está distribuida de manera uniforme, hay regiones que naturalmente son de abundancia y también regiones de extrema escasez, a lo cual ahora se agregan los desequilibrios del cambio climático, que provoca inundaciones en algunas regiones y sequías en otras, así como el retroceso de glaciares.
Todas esas situaciones son causa de conflictos territoriales internos o externos que ya han comenzado a ser realidad. Las Naciones Unidas  tiene identificadas más de 300 situaciones de conflicto potencial o real, algunas de las cuales vamos a comentar aquí.
El Nilo es compartido por cinco países, lo que naturalmente es motivo de conflictos. Egipto ha amenazado a los países ribereños de no diversificar el río para proveerse de agua, pero esto no ha sido acatado y además algunos países ricos de la región han comenzado con un proceso de compra de inmensos territorios a ambos lados del río, particularmente en Sudán y Etiopía, para explotación agrícola en su propio beneficio.
Iraq ya había tenido problemas en 1975 y hasta llegó a colocar tropas en la frontera con Siria cuando este país anunció el corte de paso del río Éufrates. En la misma región, los problemas son reiterativos entre los países ribereños del río Jordán, que es compartido por Líbano, Siria, Israel y Jordania, así como el río Tigris genera problemas entre Turquía e Iraq o el Indo que comparten la India, Nepal, Paquistán y Bangladesh.
Los israelíes y palestinos viven en guerra secular y el agua no es justamente un elemento mediador sino todo lo contrario, ya que los primeros consumen tres veces más agua que los otros. En Dhaka, la capital de Bangladesh, hace apenas unos años hubo cortes de rutas al más puro estilo piquetero argentino protestando por la escasez de agua de distribución urbana. En Sudáfrica el agua ha devuelto el conflicto histórico del apartheid, donde los blancos continúan con el privilegio del uso del agua.
Ya en Asia oriental el conflicto se presenta en la península de Indochina con el río Mekong, conocido por ser escenario de la guerra de Vietnam y que riega varios países desde China hasta Vietnam, sobre el cual el primero de ellos tiene anunciadas y en construcción varias represas que le son necesarias para sustentar su desarrollo económico.
La situación es preocupante para los países río abajo en función de que esas represas modifican el caudal de las aguas y la pesca, donde más de sesenta millones de personas dependen de ese recurso.
 Aun España debe resolver una disputa entre Cataluña y la comunidad valenciana por un proyectado desvío del río Ebro en el que están afectados cinco millones de personas.
 Nuestra región no es distinta en este tipo de problemas.
En el año 2000, y luego de varios conflictos por la disputa del recurso, tuvo lugar la guerra del agua en Cochabamba, en la que el Estado no consiguió finalizar exitosamente la privatización que estaba adjudicada a una empresa extranjera a causa de la decisión de dicha empresa de aumentar drásticamente el precio del recurso a la población.
México es un ejemplo en el que el agua es la gran protagonista. Ese país tiene aproximadamente unos 110 millones de habitantes, 20% de los cuales vive en la capital (DF) a 2.200 metros de altitud,  causa por la cual el aprovisionamiento del agua se complica por extraerse de acuíferos y de ríos aledaños. El problema radica en que el país tiene un déficit de 31 m3 por segundo que se sobreextraen del acuífero en exceso de su capacidad de recarga. Esto obligará al DF a buscar el recurso fuera de su región o de su país.
La disputa por el agua en Perú no estuvo exenta de conflictos, inclusive bélicos, en los que las propias comunidades indígenas han participado. Estas luchas ocurrieron en la década del ’60 del siglo pasado y el gobierno de turno tuvo que intervenir para evitar su proliferación. La lucha entre la comunidad Chiara y la empresa concesionaria en el año 2000 en Ayacucho tuvo ribetes dramáticos de violencia.
En Chile, un conflicto minero binacional afecta el recurso del agua dulce en la región de Atacama, al norte del país, donde existe una importante veta de oro situada debajo de un glaciar, de modo que para acceder a ella se deberá abrir una vía de entrada y salida a través de dos glaciares de forma que permita movimientos de personas, maquinarias, el transporte del mineral y el procesamiento de sus residuos que son contaminantes por el ácido sulfúrico y el cianuro que se usan en el tratamiento del mineral.
 Este proyecto, llamado Pascua Lama, es desarrollado por una compañía canadiense, aunque por el momento está detenido debido a la presión ejercida por los habitantes de la región y por incumplimientos contractuales de la compañía. Del lado argentino afecta la provincia de San Juan en la región del Valle del Cura.   
También en la Argentina tenemos conflictos por el agua, el principal de ellos es hoy entre La Pampa y Mendoza por las aguas del río Atuel, debido a los embalses en territorio mendocino, lo que afecta la agricultura de aquella provincia. Vale la pena recordar la disputa con Uruguay por la construcción de la pastera ex Botnia por contaminación del río limítrofe.
A medida que la gente se desplaza de un lugar a otro, sea compulsivamente o no, principalmente hacia los grandes centros urbanos, se altera la demanda de agua entre las distintas regiones y se desestabilizan los sistemas de aprovisionamiento, creando situaciones nuevas que a veces se tornan conflictivas.
Ya en estos días la populosa ciudad de San Pablo, en Brasil, está comenzando a racionar el agua potable producto del excesivo consumo y las pocas fuentes relativas disponibles en el país con más disponibilidad del recurso en el planeta.
Situaciones como las descriptas están afectando las economías, tanto regionales como centrales, conforme va cambiando el mapa del agua, situación que los arquitectos urbanos deben resolver de una forma sustentable.
No es fácil evitar este tipo de conflictos porque no es simple compartir un recurso tan importante entre vecinos, tienen que darse muchas condiciones para que esto sea posible y, básicamente, buscar una mutua conveniencia.
El agua no es justamente lo más fácil de compartir, porque es escasa, cara y codiciada, por eso requiere gran comprensión de las partes y hasta un desprendimiento económico y moral que muchas veces los pueblos no llegan a entender en profundidad.
Está claro que si en el corto plazo no se logra un control de la contaminación y del consumo y no hay acuerdo entre las naciones para su racional distribución  asistiremos a la aparición de los refugiados ambientales relacionados con los conflictos por el agua y a nuevos focos de confrontación. TOMADO DE LOS ANDES POR SUGERENCIA EN ENVIO DE BOLETIN GAL DE CHILE 

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