domingo, 28 de diciembre de 2014

LA NATURALEZA COMO SUJETO DE DERECHO



Osvaldo Canziani. "Tenemos que empezar a mirar a la naturaleza como sujeto de derecho"
Meteorólogo y reconocido ambientalista, califica de "fracaso" a la Cumbre de Lima y advierte que, más que cambio climático, hoy hay un "cambio ambiental global" Por Lorena Oliva 
Foto: Emiliano Lasalvia Osvaldo Canziani es categórico a la hora de calificar la última Cumbre Mundial de Cambio Climático -la número 20-, realizada a principios de este mes en la capital de Perú: "Fue un fracaso", sentencia el especialista. Y agrega que, a menos que todos los países tomen medidas concretas para mitigar el calentamiento del planeta, no habrá acuerdo mundial que lo logre.
Este doctor en Meteorología y profesor en Física sabe de lo que habla. Fue copresidente del Grupo de Trabajo II, que se focalizó en Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación al Cambio Climático del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), organismo que recibió el Premio Nobel en 2007. A lo largo de su extensa carrera -tiene 92 años-, Canziani también desempeñó numerosas tareas de asistencia técnica, tanto a nivel local como internacional, presidió organismos, redactó numerosos artículos de investigación y se hizo tiempo, incluso, para la docencia, labor que continúa en la actualidad. Sin embargo, a la hora de señalar el único camino posible para que los seres humanos no acaben en su propia autodestrucción, Canziani no habla de ingeniería meteorológica ni se enreda en tecnicismos de ningún tipo. Por el contrario, elige palabras simples pero potentes, como ética, responsabilidad social, solidaridad, adaptación, austeridad y resiliencia. Y urge a tomar medidas concretas para revertir el calentamiento del planeta, que, a medida que avanza, torna más improductivo el ambiente que nos rodea.
"Tenemos que empezar a mirar a la naturaleza como sujeto de derecho porque nadie la respeta", exhorta Canziani, quien prefiere definirse, por sobre todas las cosas, como ambientalista.
-¿Qué balance hace de la reciente Cumbre Mundial de Cambio Climático en Lima?
-Yo estuve en varias cumbres, pero ya no voy más. Porque es una lucha? En el año 2004 organizamos una Cumbre en Buenos Aires, la COP 10. Y la Argentina hizo una propuesta muy buena, que ahora se discutió en Lima también, sobre la necesidad de tomar medidas de adaptación al cambio climático que evidentemente nunca se implementaron. La misma historia se discute diez años después, donde nadie quiere poner un centavo. Cuando se iniciaron estas reuniones era gracioso porque se proponía que se pusiera un determinado porcentaje del producto bruto mundial: era todo un cuento? y el panorama sigue igual.
-¿A qué atribuye esta inacción? ¿Es falta de interés?
-El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, está preocupado. Fue él quien dijo: "No hay otra alternativa porque no hay un planeta igual al planeta Tierra". Y se lo tomó en serio... Desde la Cumbre de Sudáfrica, en Durban, ocurrida en 2011, se sabía que el Protocolo de Kyoto estaba fenecido. Entonces, se acordó trabajar en otro protocolo, que tenía que ser implementado en el año 2020.
-¿Qué fue lo que hizo que el Protocolo de Kyoto fuera inviable?
-El Protocolo de Kyoto fue una falacia, porque dividió a los países en dos grupos, una mentira de los diplomáticos. En la conferencia de 1990, en Ginebra, se definió que la responsabilidad por el cambio climático era común, pero diferenciada y eso es lo que dice el artículo 3 de la convención. De esta manera, se dividió a los países entre los que tienen plata y el resto. Pero al pasar el tiempo resultó que los que no tenemos plata contaminamos más que los que tienen plata. China, la India, Brasil, México y Corea del Sur contaminan mucho más que la Comunidad Europea. Pero a pesar de las evidencias, nunca se pudo rever ese punto.
-¿En qué medida Lima sirvió para avanzar de cara al nuevo protocolo?
-Lima fue un fracaso. Y lo mismo fue en la reunión previa, la Cumbre de México. La conferencia duró 32 horas más de lo debido: terminaba el viernes 12 de diciembre y terminó el domingo 14, con una declaración que el representante de Perú que presidía la conferencia trató de sacar como un salvavidas, tal como se había hecho en México tres años antes. No está nada resuelto ni se resolverá en la medida en que todos los países expliquen, con cierto grado de ética y honestidad, qué es lo que van a hacer en materia de mitigación. Mitigación es disminuir la emanación de gases de efecto invernadero. Y aquí está otro de los problemas del Protocolo de Kyoto: no hablar de adaptación para hacer frente a los efectos del calentamiento del planeta.
-Efectos que, por otra parte, se han vuelto parte de nuestra cotidianeidad?
-A mí se me inundó el departamento porque llovieron 100.000 mm por hora y el balcón no dio abasto, y va a llover peor; hubo granizo por acá nomás, y seguirán sucediendo estos fenómenos porque se ha calentado tanto el océano que, por ejemplo, está afectando a la población de los pingüinos Empire de la Antártida. Todos estos procesos se irán exacerbando. Cuando ocurrió el tsunami en el sur de Chile yo dije que probablemente eso se debía a un efecto coadyuvante no definitivo del cambio climático. La Antártida se está levantando? Hay quienes sostienen que los tsunamis van a ser cada vez más recurrentes, especialmente en las zonas vecinas a los polos...
-Sin embargo, durante mucho tiempo, este tipo de asuntos generaban, por lo menos, escepticismo...
-Nadie daba un céntimo por el problema del ozono porque el agujero estaba en la Antártida, pero a mediados de los ochenta se hizo un agujero en Suecia y ahí se pegaron un susto... Ahí se comenzó a trabajar y lo que se planteó ya desde los inicios fue que la temperatura media de la Tierra no debía exceder a fin de este siglo los dos grados centígrados. A medida que sube la temperatura se calienta el mar y vienen los problemas. Por eso tenemos esas lluvias impresionantes
-Más allá de los eventos extremos, ¿hay impactos concretos en la vida cotidiana del ser humano?
-La Organización Meteorológica Mundial, de la que yo fui funcionario durante catorce años, ha creado junto a la Organización Mundial de la Salud una oficina de salud y ambiente porque somos peces de aire contaminado y ese tipo de impactos hay que evaluarlos. Aquí mismo, junto a una ONG, empezamos hace unos diez años a entrenar a algunos médicos en los problemas del calentamiento terrestre y sus impactos en la sociedad. El médico, como cualquier profesional, tiene el cariño por su actividad y su ciencia y la considera la primigenia pero hoy ya no hay ciencia monodisciplinaria: todo es multidisciplina.
-¿Y por qué, a pesar de toda esta evidencia acerca de los múltiples efectos negativos que tiene vivir en un planeta cada vez más caliente, los acuerdos internacionales se traban?
-Por dinero. Cuando usted analiza la posición de los productores de petróleo: Venezuela, Arabia Saudita, Nigeria, ellos quieren vender petróleo. Poco antes de Lima salió una película que niega la calidad de las energías renovables.

-¿Usted me dice que todos los sectores que niegan el cambio climático lo hacen impulsados por motivos económicos?
-Absolutamente.
-Algunas personas y organismos, como el Consorcio de Copenhague, no niegan la realidad del cambio climático, pero creen que es desproporcionado gastar tanto dinero para mitigarlo habiendo otras necesidades en el mundo?
-María Julia Alsogaray, con quien me peleé mucho en su momento, decía: "Contaminador, pagador". El tema es que ya llegamos a valores de temperatura que afectan la productividad de animales y vegetales, la hacen caer. Hay una caída del rendimiento de la productividad de alrededor del 15 al 20 por ciento en trigo, maíz, avena, cebada y arroz. El que no falla es el "yuyito", como le dice la Presidenta, aunque ahora la soja empezó a fallar, si bien tiene gran resiliencia en lo que se refiere a humedad. Pero a medida que aumenta la temperatura eso se irá acabando. También la calidad láctea y cárnica de los animales cambia con la temperatura. En Bosnia llueve tanto que las ratas están invadiendo todo y hay leptospirosis por todos lados. El crecimiento de la leptospirosis [N. de la R.: enfermedad que ha recrudecido como consecuencia del avance de la deforestación] es tan preocupante que entre la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud poseen un proyecto conjunto para monitorear el avance de la leptospirosis en el mundo. Aquí mismo, en Santa Fe, donde trabajan el tema muy bien y hay muchas ratas, el agua se contamina y transmite la enfermedad a nivel cutáneo. Y la enfermedad es muy simple, pero cuando se pone como el dengue, muy virulenta, mata. Por todo esto es que yo insisto en que ya no es el cambio climático: es el cambio ambiental global. No se puede aislar una cosa de la otra.
-¿Qué otros paradigmas han cambiado?
-Hay un nuevo movimiento que se llama "La ética del cambio climático", que lo inicia la Universidad de Oxford, que denuncia que si uno inicia una acción que, se sabe, va a perjudicar a las generaciones futuras y aun a uno mismo, tendría que detenerse. Pero la gente no quiere? Aquí hay algo que se descuidó: cuando Colón descubre América, el mundo tenía 400 millones de habitantes aproximadamente. Ahora somos 7000 millones y más. El informe del Club de Roma de 1972 hablaba de los límites del crecimiento, un término que entonces se discutió mucho. Pero con el tiempo uno ve que es cierto, que la Tierra tiene límites y que crecimiento no es desarrollo. El desarrollo es un proceso ordenado por el cual se defiende al ecosistema. El crecimiento es cualquier cosa. Es cierto: no puedo reemplazar toda la electricidad con una fotovoltaica, tampoco puedo tener aviones con fotovoltaicas para llevar pasajeros. Entonces, el desafío es encontrar el equilibrio, un mix de energías para evitar que esto siga aumentando. A los que usan el petróleo como herramienta para su ganancia les importa un rábano, porque se ve que ellos, llegado el caso, se irán a vivir a otro planeta? El límite del crecimiento es la biosfera.
-¿Y se puede pensar en un tipo de crecimiento amigable con el ambiente?
-Sí. Hay que ser austero. No hay que pensar cuántos hijos le voy a dejar al ambiente, sino cuántos hijos míos puede mantener el ambiente. Pero somos una raza que vive pensando en el dinero. Yo no reniego de eso, pero no hay que pasarse para el otro lado. Hoy en día existe el concepto de agua virtual. Un kilo de carne, acá son diez mil litros de agua. En Paraguay, quince mil, porque el animal come pasto, toma agua y demás. Amartya Sen dice una cosa muy simple: hay que empezar a incorporar las externalidades. Si yo produzco, debería considerar el agua que uso. En Lima se precisó que para el año 2050 habría que reducir las emisiones entre el 30 y el 70 por ciento porque si la cosa sigue así, se para el mundo.
Mientras se siguen retrasando los acuerdos globales en materia de clima, es cada vez más frecuente la ocurrencia de eventos climáticos tan extremos como impredecibles, como maremotos, huracanes, olas de frío o sequías extensas. Todos ellos con un impacto humano y económico que suele ser inversamente proporcional al nivel de recursos de las zonas que los padecen. Así, por ejemplo, el huracán Mitch se cobró la vida de 11.000 nicaragüenses y hondureños, mientras que 8000 habitantes de la región desaparecieron, con una pérdida de 5000 millones de dólares. El Katrina, en los Estados Unidos, dejó 3000 muertos.

Por todo esto es que, desde hace varios años, comenzaron a proliferar las organizaciones internacionales que promueven la importancia de conceptos como la adaptación y la resiliencia, a fin de que las ciudades puedan enfrentar mejor preparadas cualquier inclemencia climática.
-¿Y en esas cumbres se habla lo suficiente de la necesidad de adaptación o de hacer a las ciudades más resilientes?
-No lo suficiente, pero ya se han organizado grupos para empezar a discutir. La clave pasa por educar a la gente. Uno lo ve todo el tiempo: el portero que barre con el chorro de agua cuando en ciertas localidades no hay agua. Pero sólo cuando uno está inmerso en el problema, empieza a pensar soluciones. Los argentinos hasta ahora hemos tenido relativa suerte, pero vaya usted al norte de Chile, donde hay que capturar la niebla para regar... En Machu Picchu se cosechaba el agua. El agua recolectada se lanzaba en épocas de sequía... Si lo hacían ellos, ¿por qué no nosotros?
-¿Y qué explicación le encuentra? ¿Por qué, pese a toda la difusión de gobiernos y organismos, el portero sigue barriendo con el chorrito de agua?
-Porque nadie cobra multas. Porque nadie hace nada. Todo es cuestión de educación. ¿Por qué en un mundo en donde hasta los perros tienen celular circulan los taxis vacíos quemando combustible, contaminando el aire y complicando el tráfico? Todo se basa en una estructura falsamente construida, donde el interés está en otra parte. Cada uno quiere su ganancia. Tenemos que empezar a mirar a la naturaleza como sujeto de derecho porque nadie la respeta. Si uno ve a los chicos rompiendo los árboles... Es un problema básicamente de falta de educación.
-Pero los sectores económicos que contaminan o los gobiernos que no toman buenas decisiones en esta materia no parecerían padecer falta de educación?
-El grave problema de nuestra sociedad es que no tiene memoria. En el país no se miden lo suficiente todas estas cosas. Y lo que no se mide no se conoce. Yo no me puedo operar si antes no me hago un chequeo. He peleado mucho por eso y seguiré peleando. La Argentina tendría que hacer once radiosondeos por día, dos veces por día en ciudades del interior. Hacemos uno por día y no en todas las ciudades. Yo le decía a un meteorólogo que está en la radio: "¿Cómo sabés que va a ser inestable?". "Porque no hay datos. Es el macaneo... total la gente no tiene memoria."
UN FUTURO POSIBLE, SEGÚN CANZIANI
¿QUÉ POSIBILIDADES DE ÉXITO TIENE LA PRÓXIMA CUMBRE DE PARÍS EN 2015?
El objetivo que persigue la Cumbre de París, que será la número 21, es hacer un nuevo protocolo que reemplace al de Kyoto. Pero yo lo veo muy difícil. ¿De qué manera sentarse a dialogar con una potencia que vende petróleo? Por otra parte, otro de los desafíos que se deben resolver es cómo poner a todos los gatos en la misma bolsa, porque la responsabilidad en materia de calentamiento planetario es común pero a la vez diferenciada. Para el protocolo de Kyoto se inventó este asunto de los anexos que hoy genera todo tipo de cuestionamientos. India, China o México contaminan más que otros países. Entonces la posición de los que tienen mayor cantidad de recursos es que, en la medida en que el resto no afloje posiciones, ellos tampoco van a aflojar. Y ellos son conscientes de que, ante un evento climático extremo, tienen mayores posibilidades que ninguno para recuperarse con rapidez. Mientras que no se logre encontrar una salida superadora a la cuestión de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, la posibilidad de otro protocolo se dificulta. Lo que es claro es que la responsabilidad es de todos.
MANO A MANO UN METEORÓLOGO "ENFERMO DE AMBIENTE"
A sus 92 años, Osvaldo Canziani se sonríe cuando recuerda los tiempos en los que nadaba y pescaba anguilas en el mismísimo Riachuelo. Pero lejos de quedarse en los anchos territorios de la memoria, su discurso es puro presente. Y futuro. Extremadamente activo -tal vez demasiado, para el gusto de quienes lo rodean-, Canziani continúa dando clases, dictando conferencias y divulgando su conocimiento a través de diferentes medios de comunicación. Es más: esta entrevista debió reprogramarse ya que la cita original coincidía con el turno que había obtenido para renovar su licencia de conducir. Convencido de la necesidad de cruzar las disciplinas que ha frecuentado toda su vida con la medicina o la responsabilidad social, está al tanto de las últimas tendencias en materia de meteorología y ambientalismo y las enriquece con su propia trayectoria de vida. Casado y padre de tres hijos que, según dice, están "enfermos de ambiente" como él, conserva una memoria privilegiada: refuerza todo lo que dice con anécdotas, fechas y títulos de trabajos científicos y libros que, incluso, ofrece en préstamo en caso de que uno esté interesado tomado de la nación de ar 

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