LOS NIÑOS Y LA GUERRA
Todo comenzó con los niños.
Las imágenes son espantosas. Una muestra a por lo menos seis
niños muertos, con los ojos abiertos, luego de un ataque con armas químicas en
Siria. En otra, un padre está cargando en ambos brazos los cuerpos de sus
gemelos recién fallecidos. Y en varias más hay menores de edad, apenas
moviéndose, aferrándose a la vida con cada respiro.
Esas son las imágenes que acabaron por convencer al
presidente Donald Trump de que tenía que atacar al régimen en Siria del dictador
Bashar al-Assad. “Incluso hermosos bebés fueron asesinados cruelmente en este
ataque barbárico”, declaró Trump horas antes de ordenar el bombardeo contra
Siria. “Ningún niño hijo de Dios debe sufrir ese tipo de horror”.
A Trump siempre le pareció una señal de debilidad que el
expresidente, Barack Obama, no hubiera cumplido su amenaza de atacar a la
dictadura de Siria si usaba armas químicas. De hecho, Assad cruzó esa “línea
roja” en agosto del 2013 cuando unas 1.400 personas murieron por gas sarín a
las afueras de Damasco, la capital. Un reporte indica que murieron 426 niños en
ese ataque.
Trump hizo lo que Obama no quiso hacer, y ahora está metido
en uno de los conflictos más complicados del mundo. Siria es un país hundido en
los últimos seis años en una terrible guerra civil, con un brutal dictador hijo
de otro brutal dictador. Rusia e Irán apoyan al gobierno sirio en su lucha
contra un desorganizado pero insistente grupo de rebeldes. Además, hay una
fuerte presencia del grupo terrorista ISIS en el territorio. Todo esto ha
generado las muertes de más de 250 mil personas. Al menos 5 millones de sirios
han huido como refugiados a naciones vecinas, según la ONU.
En ese polvorín se ha metido Trump. Si quiere seguir la
llamada Doctrina Powell, tiene que explicarnos cómo Siria amenaza la seguridad
nacional de Estados Unidos y cómo piensa salirse de ahí luego de los
bombardeos.
Estados Unidos actualmente ya está involucrado en dos
guerras, en Irak y en Afganistán. Obama evitó durante ocho años el meterse en otro
conflicto militar a pesar del desafío que le planteó el gobernante sirio y de
las recomendaciones de algunos de sus asesores. Pero Trump, en el tercer mes de
su presidencia, ya está metido en el lugar más complejo del planeta.
Ya dio el primer paso, y ahora no hay decisiones fáciles.
Insistir en la salida del dictador sirio implicaría, si cae, un enorme vacío de
poder. ¿Está dispuesto Estados Unidos a cambiar de régimen en Siria y
encargarse de crear un nuevo gobierno de transición?
Además, la prioridad de Trump durante su campaña el año
pasado nunca fue terminar con la dictadura siria; fue destruir al grupo ISIS y
evitar nuevos ataques terroristas en Estados Unidos y contra estadounidenses en
el extranjero. Una nueva guerra en Siria cambiaría radicalmente la agenda de su
gobierno y obligaría a gastar billones de dólares que tanto se necesitan en
escuelas, infraestructura y seguros médicos.
Es loable, sin duda, la defensa de los niños sirios. Pero la
gran ironía es que esos mismos niños y sus familiares que fueron atacados por
el régimen de Assad no podrían entrar como refugiados a Estados Unidos si se
pusiera en práctica la prohibición de vuelos propuesta por Trump. Esa
prohibición en contra de los ciudadanos de seis países, incluyendo Siria, está
atorada en las cortes.
Para los opositores de Trump, lo que está ocurriendo es un
escenario de pesadilla. Claramente no confían en la personalidad irascible y
cambiante del presidente. Pero, en momentos de un conflicto bélico como este,
es difícil para ellos criticar públicamente al comandante en jefe.
Aquí la credibilidad del presidente es vital. ¿Cómo confiar
ahora en Trump cuando en el pasado ha mentido abiertamente sobre el lugar de
nacimiento de Obama, sobre la votación de tres millones de indocumentados y sobre
el supuesto espionaje ordenado contra la Torre Trump, entre muchas otras
falsedades?
No se le puede creer a Trump en esos temas. ¿Se le puede
creer sobre Siria? Es, al final, una cuestión de confianza. ¿Le crees al
presidente lo suficiente como para apoyarlo en caso que decida comenzar una
nueva guerra?
Todo esto es nuevo para Trump - y para nosotros.
Por Jorge ramos - Tomado de el colombiano
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