Riesgo agrícola y asociativismo
La sequía golpeó al maíz Fuente: LA NACION - Crédito:
Archivo/Marcelo Manera
Jorge Bianciotto
SEGUIR
Esta campaña que estamos cosechando nos vuelve a enfrentar
con lo que la campaña 2008/2009 nos hizo recordar después de un montón de
campañas de clima benigno y precios en suba: el negocio agropecuario es
riesgoso. Los productores, optimistas por naturaleza, tendemos a subestimar
esta cuestión.
Sin embargo, hoy en la agricultura está el combo de esta
alta variabilidad climática (que desde la campaña 2008/2009 ha aumentado la
variabilidad de los desvíos sobre los promedios), junto con la aparición de
malezas resistentes producto del monocultivo y la dependencia excesiva de unos
pocos productos fitosanitarios, que encarecen los cultivos y nos plantean
nuevos desafíos de control, los formatos de alquiler fijos que trasladan gran
parte del riesgo al que siembra y saldos estructurales de IVA que hacen que
algo que parece un tema financiero (generalmente se omite al momento de
analizar las inversiones de siembras) se transforme en algo económico y que
debería estar contemplado al momento de hacer los cálculos.
Además, están los altos costos burocráticos que generan
mucha pérdida de tiempo generalmente subvaluado, una alta presión impositiva
para los que operan en el circuito formal y nuevas demandas de la sociedad
cuestionando algunas prácticas que llevamos adelante.
La perseverancia del
productor
Temporal: chauchas abiertas y brotado, más sorpresas para la
soja
Todo esto hace pensar si nuestra gestión del riesgo es
acorde al mismo y si las tasas de retorno que le pedimos al negocio tienen
relación con el riesgo que estamos asumiendo.
Sobre todo en nuestro país, donde gran parte de la
agricultura se hace en campos de terceros. Este es un segmento de emprendedores
e innovadores que generan trabajo local y a los cuales se debiera apoyar y
estimular.
Debemos profesionalizar la gestión del riesgo, hay
herramientas para eso, buscar esquemas asociativos de alquiler donde se
compartan riesgos con los dueños de la tierra, diversificación de zonas y
cultivos, coberturas de clima (seguros), coberturas de precios usando los
mercados de futuros, aplicar las buenas prácticas agrícolas y tener equipos de
gente profesionales y motivados son algunas de ellas.
En este mundo que, a mi juicio se vuelve más colaborativo, y
aparecen iniciativas como Uber o Coachsurfing, el asociativismo aparece como
una opción que sirve para atenuar riesgos. De hecho hay muchas combinaciones de
este tipo donde alguno aporta el alquiler, otro los insumos, otro el
gerenciamiento y otro las labores, saliendo un poco del esquema típico del productor
que por lo general es más individualista.
Es posible intercambiar cuotas-partes del negocio con otros
productores en otras zonas y así aprovechar la pericia y la localía de cada uno
y de esa manera tener diferentes cultivos en diferentes zonas. Esto lleva un
trabajo previo de encontrar socios que compartan ciertos criterios y trabajar
bastante en unificar el idioma, pero lo hemos hecho en varias oportunidades.
El autor es administrador y asesor de empresas agropecuarias
Por: Jorge Bianciotto TOMADO DE LA NACION DE AR
No hay comentarios:
Publicar un comentario