sábado, 12 de mayo de 2018

RIESGO AGRÍCOLA Y ASOCIATIVISMO


Riesgo agrícola y asociativismo
La sequía golpeó al maíz Fuente: LA NACION - Crédito: Archivo/Marcelo Manera
Jorge Bianciotto  SEGUIR
Esta campaña que estamos cosechando nos vuelve a enfrentar con lo que la campaña 2008/2009 nos hizo recordar después de un montón de campañas de clima benigno y precios en suba: el negocio agropecuario es riesgoso. Los productores, optimistas por naturaleza, tendemos a subestimar esta cuestión.
Sin embargo, hoy en la agricultura está el combo de esta alta variabilidad climática (que desde la campaña 2008/2009 ha aumentado la variabilidad de los desvíos sobre los promedios), junto con la aparición de malezas resistentes producto del monocultivo y la dependencia excesiva de unos pocos productos fitosanitarios, que encarecen los cultivos y nos plantean nuevos desafíos de control, los formatos de alquiler fijos que trasladan gran parte del riesgo al que siembra y saldos estructurales de IVA que hacen que algo que parece un tema financiero (generalmente se omite al momento de analizar las inversiones de siembras) se transforme en algo económico y que debería estar contemplado al momento de hacer los cálculos.
Además, están los altos costos burocráticos que generan mucha pérdida de tiempo generalmente subvaluado, una alta presión impositiva para los que operan en el circuito formal y nuevas demandas de la sociedad cuestionando algunas prácticas que llevamos adelante.
La perseverancia del productor
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Todo esto hace pensar si nuestra gestión del riesgo es acorde al mismo y si las tasas de retorno que le pedimos al negocio tienen relación con el riesgo que estamos asumiendo.
Sobre todo en nuestro país, donde gran parte de la agricultura se hace en campos de terceros. Este es un segmento de emprendedores e innovadores que generan trabajo local y a los cuales se debiera apoyar y estimular.
Debemos profesionalizar la gestión del riesgo, hay herramientas para eso, buscar esquemas asociativos de alquiler donde se compartan riesgos con los dueños de la tierra, diversificación de zonas y cultivos, coberturas de clima (seguros), coberturas de precios usando los mercados de futuros, aplicar las buenas prácticas agrícolas y tener equipos de gente profesionales y motivados son algunas de ellas.
En este mundo que, a mi juicio se vuelve más colaborativo, y aparecen iniciativas como Uber o Coachsurfing, el asociativismo aparece como una opción que sirve para atenuar riesgos. De hecho hay muchas combinaciones de este tipo donde alguno aporta el alquiler, otro los insumos, otro el gerenciamiento y otro las labores, saliendo un poco del esquema típico del productor que por lo general es más individualista.
Es posible intercambiar cuotas-partes del negocio con otros productores en otras zonas y así aprovechar la pericia y la localía de cada uno y de esa manera tener diferentes cultivos en diferentes zonas. Esto lleva un trabajo previo de encontrar socios que compartan ciertos criterios y trabajar bastante en unificar el idioma, pero lo hemos hecho en varias oportunidades.
El autor es administrador y asesor de empresas agropecuarias
Por: Jorge Bianciotto TOMADO DE LA NACION DE AR

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